LANZA UN DOCUMENTO PARA QUE EL PSOE “SALGA DEL BACHE”
López Aguilar reconoce ahora que Zapatero se “enclaustró” en un círculo “impenetrable”
“Buena parte de la erosión acumulativamente
infligida sobre la figura pública del presidente Zapatero tiene, a mi
juicio, su explicación en el progresivo abandono de los patrones exigibles al trabajo en equipo”. El ex ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar,
cabeza de lista del PSOE al Parlamento Europeo en las últimas
elecciones, ha hecho balance y autocrítica de los últimos años del PSOE
en un documento dirigido a la militancia y cuadros del partido, “Salir del bache”, una reflexión de 32 páginas en la que resalta, entre otros errores, el progresivo “enclaustramiento” del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero
durante sus últimos años de Gobierno en un círculo muy reducido de
asesores que tomaba las decisiones al margen del propio Consejo de
Ministros. Una práctica que, a la postre – señala-, “amplió los márgenes y riesgos de errar y recrudeció los efectos” de la crisis.
Para
López Aguilar, este aislamiento, que pocas veces se ha reconocido de
forma tan clara y pública por parte de un miembro de la Comisión
Ejecutiva Federal, llevó a la “sobreexposición” de Zapatero ante los
problemas. Pero, sobre todo, limitó la capacidad del partido para
explicar las reformas y medidas que se
El
ex ministro reconoce ahora que buena parte de las decisiones llevadas a
cabo por Zapatero a partir de mayo de 2010 se tomaron al margen del
partido y, lo que es peor, al margen del propio Consejo de Ministros.
“Al descuido del equipo siguió la 'sobreexposición' del presidente. Y
luego la reducción, cada vez más excluyente (por tanto, menos
inclusiva), de los participantes del círculo de decisiones”, explica.
“El ámbito de decisión comenzó por segregarse y desvincularse de la
Comisión Ejecutiva Federal; luego, del propio Consejo de Ministros;
finalmente, del propio círculo de los 'maitines' el más cercano al
presidente…, para acabar enclaustrado en una ronda de conversaciones telefónicas. Inevitablemente, lo cierto es que cada vez menos. De modo que, en apariencia, a través de una irrefrenable secuencia de personalización y aislamiento en la cúspide,
por ausencia de contrastes suficientes en actuaciones de enorme
envergadura, se cometieron errores que, admitámoslo, habrían sido
evitables si se hubieran atendido previamente los previsibles riesgos
que, empero, no fueron considerados”.
López
Aguilar no entra a detallar quiénes fueron las personas que mantuvieron
ese estatus privilegiado de confidencias con Zapatero, pero señala que
“tan reducido círculo de asesoramiento o consulta” generó “desconcierto
de muchos (si es que no de casi todos)” en el propio partido y, también,
en el Gobierno. Una dinámica que, a la postre, llevó a que “cada vez
fuera más difícil sujetar a toda la organización del PSOE a una dinámica de hechos consumados, en apariencia impuesta desde un círculo cada vez menos penetrable”.
Ese
reducido círculo “desplazó en muchos asuntos cruciales la conveniente
práctica de la deliberación colegiada, premisa de toda decisión
razonablemente compartida. No por casualidad, la eficiencia de la argumentación y la explicación sobre lo que estábamos haciendo, por parte de la maquinaria y del cuerpo del Partido, se fue diluyendo, e irremisiblemente con ella la propia eficacia política de los mensajes emitidos”.
“En
más de una ocasión, sabiendo de algún frustrante intento de discusión
de decisiones ya 'adoptadas' ¡y publicadas en los medios!, algunos
opusieron u opusimos una fundada objeción a esa pauta de actuación: no
es razonable creer que solamente dos, tres personas a lo sumo, tengan siempre toda la razón en todo,
y nadie más la tenga nunca, absolutamente en nada. Eso es
estadísticamente improbable y, además, es políticamente imposible. Sólo
multiplica exponencialmente nuestras posibilidades y nuestras ocasiones
de equivocarnos”, añade.
Esta
práctica, concluye, “lesionaba”, sobre todo, “por sobrecarga en la red”
al propio Zapatero. Y lo peor es que fue quedando patente que los
propios ministros quedaban fuera de lugar en muchas de esas decisiones.
“Llegó un momento en que llegó a ser ofensivamente evidente que los 'anuncios del Gobierno' –incluso los más relevantes, incluso los más dramáticos- no habían sido en realidad debatidos previamente, ni en el seno del Partido… ¡ni en el propio Gobierno! A menudo, personalidades de primera fila en la estructuración de responsabilidades no conocían de primera mano las decisiones que afectarían directamente a sus áreas de gestión antes de leerlas en la prensa o escucharlas en directo en la tribuna o en el 'escritorio' del Congreso.
La
intención del exministro no es la de denostar la figura de Zapatero, a
quien ensalza a lo largo del texto por sus logros en otras materias y,
sobre todo, durante su primer mandato, pero incluye, pese a todo, un
duro retrato de cómo se gestaron las decisiones contra la crisis tomadas
en su última etapa y que han hecho que el PSOE haya pagado “con creces”
los errores de su gestión, tal y como el propio Zapatero reconoció en
una entrevista a La Sexta concedida recientemente.
De hecho, Aguilar señala que, al igual que se hizo con Felipe González cuando se cumplieron 20 años de su primer triunfo electoral, habrá que reconocer algún día lo hecho por Zapatero. “Será el momento de decir, escueta y humildemente, algo parecido a '¡Gracias José Luis!'.
Cierto que esa reivindicación cobra hoy por hoy sentido sólo o
particularmente como contestación a las críticas acerbas. Pero intuyo
que, cuando lo hagamos, estaremos suturando una fibra sensible de nuestra reconciliación
con un capítulo digno de nuestra historia reciente, y dando
reconocimiento, con austeridad y nobleza, a quien nos devolvió al
Gobierno de España ocho años después del punto y aparte de Felipe”.
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