jueves, 17 de enero de 2013

Desde nuestra opinión



            Los ciudadanos quieren soluciones

            La Pluma Afilada
            La última encuesta difundida en prensa ha dejado dos cosas en evidencia: la inmensa mayoría no se fía de los políticos y además quiere soluciones cuanto antes para salir del estercolero en el que nos están sumiendo las políticas suicidas e interesadas de una casta política que parece obedecer, únicamente, a los poderes financieros y a intereses poco confesables. Y en esa apreciación no hace distingos.
            Además, esa misma comunidad cívica les reclama que se pongan de acuerdo para sacarles de la fosa dentro de la que les han echado y que se ponga coto a la corrupción que desangra a la nación española –cada día conocemos casos de mayor descaro y mayor abuso-, mientras los políticos de todos los colores parecen mirarse al ombligo, con el bolsillo blindado, cuando no con éste bien relleno por quienes entregan comisiones a cambio de prevaricar.
            Puede que con las advertencias que contienen esos barómetros que miden el malestar de la gente se estén mandando los últimos mensajes de forma pacífica a políticos, sindicatos, instituciones y estamentos económicos y financieros. El cabreo del pueblo español está alcanzando niveles que amenazan con desbordar el ámbito de lo razonable. Son muchas las razones, como son muchos los problemas que no se resuelven o si se hace, sistemáticamente afecta al bienestar ciudadano en vez de preservarlo o mejorarlo.
            De la derecha española, siempre incivilizada y dada a los excesos
–cuanto más ahora que tiene el poder absoluto- poco se podía esperar. El aburrimiento del votante con la estulticia de Rodríguez Zapatero y su sonrisa bobalicona, provocó un vuelco contra natura de los sufragios en un país que sociológicamente es más de centro izquierda que conservador. Porque nadie previó que los modos amables de Rajoy ocultaban a un depredador más, en línea con otros predecesores que tuvieron menos holgura de votos para castigar a los humildes. No ha tardado más que un año en mostrar su verdadera faz revisionista de tantos derechos ciudadanos, empujado por un auténtico Tea Party carpetovetónico.
            Ha llegado la hora de que Pérez Rubalcaba demuestre que el PSOE no es una caricatura en manos de una pléyade descastada de politicastros ambiciosos y que está dispuesto a luchar. Sí, a luchar, porque hasta ahora no pasa de hacer muecas más o menos ingeniosas, sin plantar cara a un adversario que le toma el pelo y se aprovecha de su debilidad. Ya no valen sonrisitas o muecas. Hay que desalojar del poder a toda costa a quien ha convertido su mandato en un auténtico incumplimiento contractual.
            Si Rubalcaba no lo comprende a tiempo, el PSOE está condenado a desaparecer o a quedar convertido en una minoría hilarante. Los resultados encadenados de las elecciones, y peor aún, las encuestas que han seguido indican que el PSOE se desploma, carente de ideas, proyectos y sobre todo de rostros nuevos y limpios. La podredumbre se ha instalado en todos los intersticios, desde las alcaldías –que aguantan por inercia- hasta el Parlamento y afecta igual a las llamadas izquierdas que a las orondas derechas.
            No se puede esperar tres años más en los que los ciudadanos, sobre todo los más humildes, siguen sufriendo palo tras palo de una derecha gobernante que no se oculta para robarle el patrimonio de derechos que acumuló durante décadas. Si esto no es el Tea Party, que baje Dios y lo vea.
            La firmeza aprobada en las reuniones del PSOE debe ser visible y no meramente una declaración de intenciones. La perseverancia tiene que venir acompañada de contundencia, o no será más que declamatoria. El PSOE si quiere un día ser gobierno tiene que fundirse con la sociedad, filtrarse en sus poros y perder los modos que lo han convertido en un haz de profesionales de la política, circunstancia que resulta muy odiosa a la ciudadanía consciente. Hay que volver a la izquierda, a una izquierda social y a pie de calle. Hay que dejar de aceptar lo inaceptable y tomar decisiones en consecuencia. Y además mucha imaginación, que parece desaparecida en acción desde hace tiempo.
            Si de la derecha los ciudadanos no esperan mucho, del PSOE se espera más o la desilusión será tan grande que será barrido en las urnas. En las últimas elecciones, como mínimo las candidaturas socialistas perdieron 4 millones de votantes. Muchos de los 7 millones que mantuvieron la fidelidad, lo hicieron en la esperanza de ver cambiar muchas cosas dentro del partido que un día fue obrero y cada vez menos socialista. Pero muchos de ellos se han encontrado con que, en vez de dar la vuelta al partido como a un calcetín, sigue preocupando más cómo conservar las cuotas de poder, las poltronas y la comodidad. O sea, toda una paradoja: conservadurismo de izquierda.
            Ya no valen más cuentos. Ahora hay que hacer y no prometer. Se ha podido leer estos días en la opinión de algún veterano militante socialista, que la
credibilidad se pierde rápidamente y se recupera muy lentamente o no se recupera. Los votantes y simpatizantes socialistas, la auténtica base social –y no ese esperpento que es el aparato del partido- le piden e incluso exigen a Rubalcaba que lea lo que le dicen y reflexione. Y si se considera incapaz de liderar una auténtica revolución interna -caiga quien caiga-, que convoque un urgente congreso y ceda el paso a otro.
            Hay que mirar a la izquierda de las actuales posiciones y escuchar la indignación de los ciudadanos. Hay que dar respuestas desde el socialismo, con la justicia social y la solidaridad como estandartes irrenunciables. Y darlas con energía. Una oposición tranquila no es lo que se demanda mientras la derecha destruye la educación, la sanidad públicas y muchos de los derechos sociales. Y hay que empezar por prometer e incluso firmar notarialmente que el PSOE desde el gobierno desmantelará por decreto todas las barrabasadas que acumule en este tiempo la derecha.
            ¡Basta ya de medias tintas y paños calientes! ¡Los ciudadanos exigen soluciones!

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