Los urbanitas del siglo XXI huyen hacia el campo en busca de su propio futuro
Macarena Soto y Gonzalo Domínguez / Madrid | 13/01/2013
El viaje de aquel hombre de campo que emigraba a
la gran ciudad en busca de un porvenir se ha invertido, y ahora muchos
jóvenes universitarios se instalan en los pueblos empujados por la
crisis en una época en la que el 55 % del empleo que se crea en Europa
surge en el mundo rural.
El dato lo ofrece la Red Española de Desarrollo Rural (REDR), cuya
actividad de asesoramiento a emprendedores se ha visto incrementada ante
el "buen momento que vive el mundo rural", asegura a Efe su presidente,
Aurelio García.
La recuperación de pueblos y aldeas abandonados, la aplicación de nuevas
tecnologías en el campo, la apertura de empresas de turismo activo o el
caso de una familia que se mudó a una almazara de la Sierra de Gata
(Cáceres) para hacer de la elaboración de aceite su forma de vida son
algunos ejemplos de esta transformación.
A las oficinas de REDR se acerca "gente con
conocimientos sobre nuevas tecnologías, muy capaz, universitarios con
mucha actividad cultural detrás que traen ideas frescas y quieren
trabajar desde el mundo rural con mucha imaginación".
Aunque agricultura y ganadería siguen teniendo un peso muy
importante, los nuevos modelos de negocio son fundamentales y llevan
consigo "ideas muy innovadoras" como la producción de alimentos en
huertos ecológicos, la recuperación de oficios artesanales perdidos o el
turismo rural, según García.
La agroindustria -sector que lideran Extremadura, Andalucía y Aragón-
tiene cada vez un mayor peso en el campo español, lo que en opinión del
presidente de REDR "subsana la carencia de industrialización que ha
padecido el medio rural".
La presidenta de la asociación Abraza la Tierra, Eva González, no
está notando tanto ese éxodo rural y achaca el crecimiento de
iniciativas empresariales en el campo a una "convicción" que "lleva
mucho tiempo siendo madurada".
No obstante, esta organización que aconseja a emprendedores rurales
ha notado un gran aumento en el interés de los afectados por la crisis,
quienes "contactan por centenares con nosotros, pero no están en
disposición económica de cambiar su residencia e iniciar una empresa",
ha explicado González a Efe.
El perfil del que acude a esta asociación sin ánimo de lucro para
pedir asesoramiento suele ser el de parejas jóvenes de entre 35 y 37
años, con estudios superiores, sin familia y con capacidad económica.
Y es que las ayudas LEADER de la UE para emprendedores rurales, que
entre 2007 y 2013 suman 1.700 millones de euros, solo cubren un 30 % del
capital y obliga a los interesados a pedir préstamos bancarios, que
muchas veces son denegados pese a contar con el aval de una ayuda
europea.
No fue el caso del madrileño Nacho Rodríguez, para quien el apoyo de
la Caja Rural de Teruel fue fundamental para iniciar en 2000 su proyecto
empresarial en el pequeño municipio de Torrevelilla (Teruel), de solo
196 habitantes.
Allí, ha consolidado la empresa de embalajes Macoembal, que incorpora
progresivamente nuevos productos de artesanía tradicional en peligro de
desaparición en Aragón.
En su caso, como en muchos otros, encontró en la falta de
infraestructuras uno de los mayores inconvenientes, además de la
excesiva burocracia y el "desconocimiento" de muchos funcionarios.
Registrar una empresa -asegura- se convierte en una quimera "cuando eres
el único que se dedica a esta actividad" en una comarca.
Alberto Cremades, ingeniero de 46 años, también ha tenido que vencer
"todo tipo de trabas" para renovar la licencia de su piscifactoría de
tilapias en Adamuz (Córdoba) y obtener el correspondiente permiso
sanitario porque, según denuncia, "nadie -en la administración- conoce
el trabajo que realizas".
Aunque también hay quienes han recibido ayuda de la administración
como José Luis Inguanzo y sus tres socios, que con su empresa de turismo
deportivo Palencia Activa han encontrado un nicho de mercado "sin
competencia, donde los ayuntamientos de la zona nos han dado facilidades
y los vecinos una gran acogida".
Modelos de negocio que ejemplifican que, tal y como dice Aurelio
García, el emprendedor rural "puede convertirse en una solución para la
crisis" además de para los pueblos, porque "es necesario un nuevo
contrato entre lo rural y lo urbano; la ciudad no da más de sí".
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