Un abismo de inmundicia
La lista es interminable y cada día parece añadir nuevos datos. ¿Por dónde empezar? Por Juan José Güemes por ejemplo, ex consejero de Sanidad de Madrid, el “inventor” de la denominación “cliente” para los pacientes. En aquellos inicios privatizadores de nuestra salud, cedió a empresas el negocio de los análisis clínicos. Ahora se queda con la gestión de todos los hospitales privatizados la empresa Unilabs… por la que acaba de fichar como consejero. Este señor es el marido de Andrea Fabra (que se jodan) y yerno de Carlos Fabra el de los aeropuertos. La defensora del PP –mal llamada Defensora del Pueblo- es a él a quien “defiende”, a Güemes. Ciertamente, Felipe González fichó por Gas Natural, casi un cuarto de siglo después de que empezara a privatizar el sector, y, unos años más tarde, José María Aznar –el que lo terminó de vender todo- por Endesa. Y, esa misma empresa, contrató a Elena Salgado, la de los “brotes verdes”, a los tres meses de dejar de ser vicepresidenta. Esto va que vuela.Y tenemos a Rodrigo Rato, imputado en el caso Bankia, la gran sangría del sistema financiero español y por ende de todos nosotros, llamado también a “asesorar” a Telefónica. Y a Esperanza Aguirre que va a cazar talentos para una empresa privada… del calibre de Ignacio González, el sujeto que ha vendido 6 hospitales públicos madrileños con una cláusula que hace enormemente costoso revertir el contrato… salvo que se haga tabula rasa. O a Carromero, esa joven promesa del PP que había perdido el carné de conducir por hacerlo borracho, condenado en Cuba al estar al volante de un coche que chocó matando a dos disidentes del régimen y que en cuatro días ha vuelto a España y en dos minutos ha conseguido el tercer grado para seguir trabajando como asesor por más de 50.000 euros al año.
O a María Dolores de Cospedal, que, entre otras muchas tropelías, ha dejado sin urgencias nocturnas a 100.000 personas en el ámbito rural, mientras ella cobra un dineral, y su maridito del alma no deja de conseguir jugosos contratos. O el propio Mariano Rajoy, registrador de la propiedad, a cuyo cuerpo precisamente entrega la gestión del Registro Civil también privatizado.
Podemos volver a Bankia, a la Fundación Caja Madrid, para la que han nombrado “nuevo” Patronato, con lo más granado. Hasta a Moral Santín, de Izquierda Unida, también imputado, han mantenido por aquello de la “pluralidad”. Arturo Fernández, el vicepresidente de la CEOE, imputado en Bankia, y con “problemillas” con Hacienda, ha decliado participar (que se lo han ofrecido). Pero sí ha aceptado el antiguo “progre” Albert Boadella que tanto gusta a la ex presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que dejó el puesto para descansar pero se ve que no para.
O el caso Pallerols, donde se ha llegado a un pacto judicial por los hechos probados de desvío de fondos públicos para la formación de parados a Unió Democrática de Catalunya y cuyo presidente Duran i Lleida -que prometió dimitir si se probaba-, ahora dice que es “como si se hubiera dejado un grifo abierto”: los daños causados no le incumben.
La lista es interminable, sí. Precisaría una enciclopedia de muchos tomos para reseñarla al completo. Mientras, el 96% de los españoles cree que la corrupción política es muy alta –en una encuesta demoledora de principio a fin-, y el 95% que los partidos políticos protegen y amparan a los corruptos, ellos no se cortan un pelo y a diario nos agraden con nuevos atropellos y nuevas falacias. Esparciendo mierdas ajenas, por ejemplo. Unos cimientos asentados en tal putrefacta caspa no pueden mantener un edificio en pie. Y así estamos.
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