Esperanza Aguirre, en presencia de Ana Botella, durante un desayuno informativo del Foro Madrid del PP, el pasado martes.
ERE a los políticos
Con el debido respeto, ya pueden hacer el pino-puente Soraya, Cospedal y Botella, que Esperanza Aguirre sigue siendo la dominanta del circo mediático
Luz Sánchez-Mellado - El País
Hoy quemo mis naves. Y no me refiero a los portaviones que mojo en las salsas desde que le declaré la tregua a la báscula, sino a las galeras que me estoy buscando metiéndome en según qué charcos desde este púlpito. Hoy iba a ser buena y a cantar las alabanzas de los Globos de Oro. Pero, chica, una, antes que cotilla —que también, y a mucha honra—, es ciudadana, aparte de corazón tiene estómago, y si no lo dice vomita: se me cae la jeta de bochorno con el nivelazo de algunos de los sujetos que nos gobiernan o pierden el culo por hacerlo.
De acuerdo en que no soy nadie, ni de cerebro ni de lo otro, la prueba es que ni me ha llamado la cazatalentos Aguirre ni estoy en la agenda de Pipi Estrada. Pero una cosa es estar entre los que se abstienen, por ahora, de quemar contenedores, y otra que la que calla, otorgue. Llevamos un año hediondo, y ni ha empezado. Cuando llueven ERE hasta a los saltimbanquis del Circo del Sol y quien tiene curro se desangra por la brecha salarial con su señorito, ver al imputado Rato fichar por su íntimo Alierta mientras 4.500 curritos de Bankia se van a la puta calle, será todo lo legal que quieras, pero no está ni medio bonito.
Y qué me dices de Güemes, ex niño ídem de Esperanza, fichando por la firma que explota los análisis de sangre, orina y heces que privatizó en su día. Todo superhonesto y superajustado a derecho, vale. Pero a mí, más que a bullshit, que también, me huele a caca de la vaca. Tenías que ver a Quijotesa Aguirre y a su escudero Ignacio Sancho González rasgándose los barbours con que si el chiquillo tiene derecho a rehacer su vida para luego celebrar que el propio Juan José Pelazo Güemes —Príncipe de Beckelar, para los suyos— dimitiera de su puestazo deprisa y corriendo. Y digo yo, Juanjo: si no tenías de qué avergonzarte, ¿a qué cojones reculas y le das aire al adversario?
Eso sin entrar en lo gordo, a mí a superficial no me gana nadie. Los 22 millones de Bárcenas en no sé qué paraíso fecal helvético; el ático de González en Marbella; los billetes de 500 del hereu Pujol rumbo a Andorra, el papelón de Duran Lleida, los ERE andaluces, etcétera, se lo dejo a los que saben, que luego me llaman intrusa. Solo diré, con el debido respeto, que ya pueden hacer el pino-puente Soraya, Cospedal y Botella, que Esperanza sigue siendo la dominanta del circo mediático.
El día que Rajoy declara al Financial Times que lo suyo es la prosa, paren máquinas, va la headhunter, contraprograma al jefe, e inicia una maratón de entrevistas estelares con un vis a vis con la sacerdotisa Ana Rosa, mano de santa para autorreivindicarse: mira a Lance Armstrong pidiendo audiencia a la Santa Madre Oprah para confesar que se ponía de EPO hasta las trancas. Y es que con Espe, lo de no dar puntada sin hilo se queda corto. Ella no cose, zurce, empezando los suyos, y se las apaña para quedar siempre por encima de la podredumbre. Menos mal que la oposición está como nunca. Rubalcaba es muchísimo más líder después del Comité del otro día: mientras el 81% de sus votantes no se fía de su sombra, él retrasa las primarias a 2014. Alfredo, sin maldad lo digo: en según qué travesías del desierto, no viene mal cambiar de camello.
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