Ignacio Escolar - Domingo, 13 de enero del 2013
No es la primera vez que el rey Juan Carlos de Borbón sufre un intento de chantaje. Esta película ya la hemos visto antes: con Conde, con De la Rosa y con tantos otros tiburones de aquellos años en los que España era un gran país para hacerse millonario.
Siempre eran viejos amigos de la real casa, compañeros de cacerías que utilizaban a otros cortesanos como intermediarios, los que trataban de agarrarse a la corona para evitar la cárcel. La gran novedad de este nuevo intento es que el chantaje es a lo grande: en estéreo, en 3D, en vivo y en directo. En abierto.
La noticia está en prime time en las televisiones, en las redes sociales, en las peluquerías y en los mercados de abastos; no es un feo asunto que solo circule entre las élites, como pasó con anteriores escándalos.
La última entrega muestra el nombre de una señora a la que aquí educadamente llamamos "amiga íntima del Rey": Corinna zu Sayn-Wittgenstein. Diego Torres ha desvelado una correspondencia que no prueba nada en relación con lo que investiga el juzgado, solo que Corinna acudió a uno de esos carísimos congresos que montaba esa organización sinónimo de lucro, el Instituto Nóos.
Cabe preguntarse, eso sí, en calidad de qué acudió Corinna al Valencia Summit 2004. ¿Qué hace la representante de una empresa de armas en un foro sobre grandes eventos deportivos? ¿Quién pagó su viaje?
Relacionar la trama Nóos con el nombre Corinna, como hace Diego Torres, crea un complejo nudo para la corona. Si Urdangarin y su cuate salen enteros del juicio al que se enfrentan, una gran mayoría de los ciudadanos sospecharán que la justicia no es igual para todos.
Ante esta situación, la familia real no puede seguir siendo opaca. Debería ser el propio Rey quien se negara a ese vergonzoso pacto entre PP y PSOE para que la jefatura del Estado quede fuera de la futura ley de transparencia.
Tendría que ser la propia Casa Real la que respondiera a esas preguntas presentadas por IU en el Congreso: ¿Ha trabajado Corinna como asesora estratégica del Gobierno español, como publicó The New York Times? ¿Ha cobrado del Estado? Ya no sirve el silencio o el respeto cortesano, ya no vale un sucedáneo de entrevista con Hermida. Estamos en Europa, en el siglo XXI y en la era de internet, no en la España de la tele en blanco y negro.
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