Para
los españoles, Europa siempre representó democracia y libertad.
Después, en los últimos veinticinco años, hemos vinculado el proyecto
europeo con modernidad y progreso. No es extraño que el euroescepticismo
en España haya sido marginal, casi exótico.
Sin embargo, diríase que de
Europa ahora sólo nos llegan Hombres de Negro e imposiciones; que las
recetas de austeridad extrema que ahogan nuestras posibilidades de
crecimiento son un invento europeo. Y no es así: es la derecha europea,
con el PP de disciplinado aprendiz, la que quiere imponer esa política,
la que sitúa la disciplina presupuestaria por encima del que debería ser
nuestro principal objetivo, que es la creación de empleo.
Por eso, los
socialistas europeos defendemos otra Europa, una Europa social en la que
sean los ciudadanos, y no sólo los bancos, los que se beneficien de la
solidaridad. Este modelo de Europa, de progreso en libertad, de
solidaridad y convivencia, es el que estaba en la mente de los
fundadores del proyecto europeo, y hoy es más necesario que nunca.
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