sábado, 5 de enero de 2013

Las ideas, como las plumas, son armas peligrosas


En este vasto espacio que es internet ha nacido un nuevo rincón dedicado a la opinión. A opinar libre y tenazmente sobre lo que pensamos que merece la pena. A defender –porque eso es opinar- aquello en lo que creemos y del modo en que pensamos que debemos hacerlo. Ojalá el mensaje llegue a los ciudadanos y les ayude a sus propias reflexiones. Es hora de dejar de lamerse las heridas y pasar a la acción.
Corren tiempos difíciles en los que la reflexión se hace más precisa que nunca. Y desde luego la creación de opinión, que es –no creo que a nadie le quepa la menor duda- una hermana imprescindible de la información seria y veraz.
Las libertades han sufrido una dolorosa merma –quienes lo niegan o son bobos o están interesados en que ello suceda- que será difícil de recuperar en plenitud si no nos esforzamos. Primero se hizo con la excusa del terrorismo fanático, a raíz de los atentados de las Torres Gemelas y otros posteriores.
Después, ha llegado un ataque sistemático y despiadado contra el bienestar de los ciudadanos a partir de la crisis que nadie previó, nadie afrontó debidamente y nadie parece saber o querer controlar (quizá ambas cosas a partes iguales).
Antes hubo demasiada facilidad para desprenderse de todo el pensamiento de Marx y Engels y aún mucha más para adoptar la expresión más lacerante del capitalismo, eso que hemos venido a denominar neoliberalismo o pensamiento neocon. Lo peor es que en muchos casos han corrido a abrazar la nueva fe quienes rápidamente se desnudaron de marxismo.
Palabras edulcorantes, como mercado –que enmascara lo que no es sino pura especulación-, han sido instaladas en nuestro vocabulario cotidiano para maquillar la pura realidad de un sistema podrido y viciado por la incompetencia –y la propensión a corromperse- de muchos políticos actuales, más interesados en conservar sus poltronas que en hacer frente al monstruo insaciable que devora los derechos ciudadanos y les empobrece.
Las recetas que esa generación de políticos –la peor en mucho tiempo- administra son, a todas luces, equivocadas y contraproducentes. Cuando se trata de reactivar un país o un conjunto de naciones, como es la Unión Europea, se hace preciso invertir y crear empleo. Lo demás son zarandajas.
Hay que movilizar dinero –incluso haciendo funcionar la máquina de fabricar billetes- porque la inflación, con todos sus males, es mucho mejor que la parálisis y el frenazo en seco que se ha impuesto a un conjunto de naciones pujantes hasta no hace mucho.
El euro y las medidas concertadas por una Europa regida por banqueros y controlada por especuladores amenazan con llevar a la ruina a millones de ciudadanos y condenar a la pobreza a varias generaciones.
El propio periodismo ha sufrido una terrible degradación hasta el punto de convertirse no en un contrapoder o un eficaz vigilante de los desmanes, sino en un vergonzoso colaborador de quienes arrancan a jirones los derechos adquiridos por generaciones a menudo a cambio de dolorosos sacrificios.
Es hora de alzar la voz y hacer que las plumas expresen lo que el pueblo espera de sus informadores: la verdad y la crítica hacia los malos administradores. La pluma y las ideas que se pueden expresar con ella son armas peligrosas para un sistema corrupto. Es hora de usarlas debidamente.

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