martes, 8 de enero de 2013
De El País, edición del 6 de diciembre
El crepúsculo de los caciques
La investigación a Baltar inicia el declive de una generación de políticos del PP que ha gobernado Galicia practicando el nepotismo
El hombre de los billetes de 50 era José Luis Baltar, el presidente de la Diputación y del PP de Ourense durante 22 años, ganador por mayoría absoluta de 38 elecciones. El político está retirado ahora y es acusado de prevaricación por el fiscal jefe de Ourense, Florentino Delgado, que ha estimado una denuncia del PSdeG-PSOE presentada hace casi dos años por un delito continuado de prevaricación en la contratación de personal. Y todo por haber presuntamente enchufado en la Diputación a 115 personas, para asegurar que la organización provincial del partido y la institución quedasen en buenas manos, en las de su hijo, Manuel Baltar, quien ahora ocupa ambos cargos.
Y es que José Luis Baltar conocía la importancia de los tanatorios. En el rural gallego, con una de las poblaciones más envejecidas del mundo, han sustituido como ágora social a las iglesias, a las ferias y a las fiestas. Y Baltar era un asiduo de los funerales y de los entierros, la mayor muestra de respeto y solidaridad para un gallego. Aunque se produzcan en la otra punta de la provincia. Nació en 1940 en Esgos, tierra de afiladores trotamundos y de bosques colgados sobre el Sil, de una familia humilde. Para ganarse la vida y pagarse los estudios de Magisterio, fue viajante de piensos y cobrador de coche de línea. Actividades idóneas para practicar sus dos virtudes sociales: el don y el conocimiento de gentes.
Consiguió plaza de maestro en Luíntra, una aldea de la vecina Nogueira de Ramuín. Y llamó la atención de Eulogio López Franqueira, el promotor de las cooperativas Coren, —entonces y ahora la primera empresa de la provincia— y de UCD y de Centristas de Galicia. Baltar fue el primer alcalde democrático de Nogueira de Ramuín, y dicen que el hombre que la familia puso de guardia en la habitación de Franqueira cuando este tuvo una apoplejía, para evitar determinadas visitas. También dicen que cuando el entonces presidente de la Diputación orensana, Victorino Núñez, fue designado para presidir el Parlamento gallego, Baltar no era el elegido para ocupar y guardarle el puesto. Fueron su permeabilidad selectiva en la puerta de Franqueira y su capacidad de moverse las que lo promovieron al cargo. No lo devolvió. “Los favores no se deben eternamente”, recuerda el periodista Francisco Sarria que le dijo por entonces Baltar.
Los años en el poder no le hicieron perder ni el don de gentes ni el conocimiento. Su palabra favorita ante cualquier ruego o petición era “feito!” (¡hecho!), se hiciese después o no. Y le hacían muchos. Incluso había gente que iba a su despacho a contarle problemas médicos. Normalmente, todos salían con algo. Cuando el exvicepresidente de la Xunta, el nacionalista Anxo Quintana fue a verle con otro regidor, se sorprendió de que al despedirse sacó de pronto una pandereta y se la regaló a su acompañante. “Es una persona muy alegre, muy cariñoso y muy expansivo. Casi siempre dice la verdad y va de frente”, reconoce Sarria, una de sus pocas bestias negras en las redacciones.
Demasiado expansivo. Restringió lo de tocar el trombón en público porque al entonces presidente Aznar y a su círculo íntimo no les hacía ninguna gracia ver aquel aldeano contorsionándose con ritmo como si en vez de en un acto político estuviese en una banda funeraria en Nueva Orleáns. También es un hombre de prontos, y por eso, pese a haber sido propietario del CD Ourense (una de las cosas por las que en su día fue denunciado a Anticorrupción), dejó de aparecer por el estadio. Él mismo contaba que en un partido en Nogueira de Ramuín, descontento de la actuación del árbitro, trabajador de la Diputación, le gritó: “¡Hoy mandas tú, pero mañana mando yo!”
No es raro que el árbitro fuese personal de la corporación provincial. La Diputación orensana tiene cerca de mil funcionarios o contratados, la segunda o tercera empresa de la provincia en personal, y la oposición lleva años denunciando que el acceso a esos puestos es, en muchos casos, un pago de favores, pasados, presentes o futuros. Alrededor de 400 de los 475 ediles del PP en la provincia trabajan o tienen familiares contratados en la institución. Con o sin contrato, la capacidad de atracción de Baltar roza lo mítico.
José Eugenio Galindo, miembro de la ejecutiva del PSdeG y portavoz de la testimonial oposición socialista al Baltar en Nogueira, pasó a ser su sucesor en la alcaldía (por el PP). Ahora es el muy puntilloso jefe de la asesoría jurídica de la corporación, a la que también se ha incorporado su hija. Dos meses antes de las últimas elecciones municipales, el PP presentó a un nuevo fichaje, Eladio Fernández. Hasta ese día, Fernández era el secretario provincial del PSOE de Ourense y portavoz del grupo socialista en la Diputación. Hace tiempo, miembros de la asociación cultural Alexandre Bóveda, ligada a la izquierda nacionalista, dieron una rueda de prensa ¡encapuchados! para denunciar el caciquismo de Baltar. Preguntado al día siguiente, el aludido, dijo: “Voy a tener que contar quiénes son estos pájaros”. Se acabó la asociación.
A todo esto, y pese a que el PP orensano nunca ha dejado de aportar su cuota de diputados, en realidad no es exactamente el PP. “Una especie de UPN aplicada a Ourense”, en palabras del politólogo Antón Losada. Pasó con UCD, Coalición Galega, Centristas de Galicia (fueron por libre en unas municipales cuando ya gobernaban con el PP). Y fuera de los rifirrafes habituales de las campañas electorales, las mayores y más reiteradas acusaciones de caciquismo que sufrieron los Baltar en los últimos años vinieron del PP de Núñez Feijóo en enero de 2010, cuando Manuel Baltar anunció su intención de suceder a su padre en la presidencia de la organización provincial del partido. Entre observadores enviados desde Génova como si en vez de Ourense fuese Kazajistán, Baltar hijo acabó ganando con el 62% de los votos al candidato oficial que apadrinaban Feijóo (que entró al acto por una puerta lateral, entre abucheos) y Rajoy. “No se puede excluir a nadie porque coincidan los apellidos”, se consoló el presidente de la Xunta. “Ha sido bueno que las cosas sigan exactamente igual”, sentenció Fraga.
Así que, a principios de este año, a muchos sorprendió que José Luis Baltar anunciase que dejaba la presidencia de la Diputación, pero a nadie que lo acabase sustituyendo su hijo, por mucho que el presidente saliente dijese que cualquiera de los diputados provinciales tenía las mismas posibilidades. “Veo normal que una persona se dedique a lo que le gusta. Y veo normal que lo haga si lo apoyan en las elecciones”, contestó Manuel Baltar a si consideraba normal la sucesión padre-hijo en una institución democrática. “Está en la Constitución, en el artículo 14, la no discriminación y la igualdad”.
Al norte de Ourense, el que rigió los destinos de la provincia y del PP de Lugo durante 24 años, Francisco Cacharro Pardo (Guarromán, Jaén, 1936) nunca tuvo veleidades centristas, a pesar de que su padre fue un maestro represaliado por socialista. Presidente provincial del partido desde que se tiene memoria, fue, con Abel Matutes, el único representante de AP en el Senado constituyente de 1977 (refugiados ambos en el Grupo Mixto) y allí se mantuvo hasta 2008. Llegó a la presidencia de la Diputación en 1983 y la dejó en 2007. Los contactos de Cacharro no fueron los compradores de pienso ni los usuarios del transporte público. Pedagogo e inspector de enseñanza, los nudos de su red fueron los maestros. Tenía, como Baltar, el control de todo lo que se movía en la provincia — "donde Cacharro no estaba, mandaba recado”—, dice uno de sus antiguos correligionarios, ahora distanciado. Tanto que, pese a sus trienios como fraguista, cuando don Manuel optó en 1989 a la presidencia de la Xunta, le impidió presentarse por su provincia natal, Lugo, y tuvo que hacerlo por A Coruña. También compartía con su colega orensano su capacidad de atraer contrarios. Su mano derecha en cuestiones de personal en la Diputación, el delegado de UGT, Pedro Luaces, había sido secretario general de la UPG, el partido marxista-leninista que fundó el BNG.
Al contrario que Baltar, Cacharro no es precisamente la alegría de la huerta, pero no carece de ironía. En 1999 Fraga le dio a elegir entre la presidencia del partido en Lugo y el acta de senador, y en 2007, le dijeron que no sería el candidato a la presidencia de la Diputación. El PP no conquistó la alcaldía de Lugo ni ninguna otra de relevancia y perdió la corporación provincial a manos de socialistas y nacionalistas. “Escuché que los resultados fueron un éxito, y que Núñez Feijoo los firmaba antes de las elecciones. No voy a ser yo quien les agüe la fiesta”, dijo cuando le pidieron su opinión.
La Diputación de Pontevedra, por el contrario, es la que más ha cambiado de manos (entre ellas pasó por las de Mariano Rajoy), y nunca de partido. El pontevedrés de esta historia de barones y de varones fuertes es Xosé Cuiña (Lalín, 1950-2007), que también ocupó el sillón provincial, poco más de dos años, pero suficientes para desalojar a los señoritos de la capital aupado por un sindicato (sic) de alcaldes rurales que él había creado. Lo dejó para ser el secretario general del PP de Galicia, mano derecha y eterno delfín de Manuel Fraga, responsable de Política Territorial en sus gobiernos. Cuiña intentó unificar aquellas baronías, hacer un partido único y ahondar en aquel galleguismo del que hacía gala el recién llegado presidente Fraga. Hasta el punto de que en una asamblea del PPdG en abril de 1991, defendió un galleguismo bien entendido “en la frontera de la autodeterminación”.
En el Monte Faro, en el centro geográfico de Galicia, organizó una especie de romería-Aberri Eguna al que acudían miles y miles de afiliados. Dicen que la gota que colmó el vaso fue cuando invitó a Aznar y a Rajoy y allí, entre calor, pulpo, polvo, gaitas, paisanos alegres y el tipo aquel del trombón, les entregó un carné ¡del Partido Popular de Galicia! “Su sueño hubiese sido tener 15 diputados en el Congreso, y formar un grupo parlamentario”, según su hijo, Rafael Cuiña. Rajoy logró su expulsión de la secretaría año y pico después, en 1999. No fue el único encontronazo con Génova.
A finales de 2002, cuando la marea negra del Prestige, Cuiña era partidario de que la Xunta gestionase la catástrofe y reaccionase políticamente, en lugar de acatar la orden del partido y del Gobierno de seguir las instrucciones del Ministerio de Fomento. Alguien filtró que una empresa familiar había vendido trajes y equipos anticontaminación. Según una comisión de investigación, lo habían hecho sin beneficio, pero Cuiña ya había sido destituido como conselleiro. El PP de Ourense reaccionó a favor de Cuiña y sus cinco diputados autonómicos, encabezados por Manuel Baltar, se encerraron en un piso mientras José Luis Baltar presionaba a Fraga. Un año después, se repitió la revuelta, a la que se sumó Francisco Cacharro, amenaza de escisión incluida. Retirado Fraga, Cuiña libró la última batalla, la de la sucesión. “Un gladiador muere en la arena”, dijo y fue casi premonitorio.
La perdió, en teoría contra Alberto Núñez Feijóo. En realidad, como todas las anteriores que libró contra el hombre-provincia que falta, José Manuel Romay Beccaría. Romay (Betanzos, 1934), el hombre de Madrid, es el único de los cuatro barones de Fraga que provenía del franquismo, en cuyo régimen fue secretario de Estado de Sanidad y subsecretario de Presidencia y de Gobernación. Un técnico eficaz y para todo.
Con la democracia, Romay volvió a Galicia para ser vicepresidente de la Xunta en 1982, presidente de la Diputación (lo había sido ya su padre antes de y durante el franquismo), conselleiro (Sanidad y después Agricultura), congresista, ministro de Sanidad con Aznar, presidente del Consejo de Estado, tesorero del PP en sustitución del caído Luis Bárcenas y ahora de nuevo Presidente del Consejo de Estado. Romay, discreto, alto, educado, abacial, gorra marina y loden verde, ha estado siempre para lo que haga falta.
La rivalidad entre Cuiña, el joven hecho a sí mismo, y Romay, el prestigioso abogado de familia de abolengo, fue no solo personal, sino de dos cosmovisiones, que una etiqueta consagró como “boinas” y “birretes”. Los “boinas” eran los que aseguraban los diputados. Los “birretes”, los que conectaban al partido con las clases urbanas y con Génova. No hay que olvidar que el PP ya había ganado elecciones en Galicia, pero Fraga llegó a la presidencia por un diputado (y unas sacas de votos de Venezuela fuera de plazo) y las ciudades en general siempre tuvieron Gobiernos del PSOE o PSdeG-BNG. Hasta las anteriores municipales, el PP sólo gobernaba un par de villas mayores de 20.000 habitantes.
Baltar padre siempre se reconoció como un cacique, aunque un cacique “bueno”. Algo que Baltar hijo niega, con el argumento de que "”a mayor época de caciquismo en Galicia fue la del Gobierno bipartito” (el de coalición PSdeG-BNG de 2004 a 2008). “Mi padre sí organizó a los alcaldes, pero los hizo conscientes de su fuerza”, dice Rafael Cuiña. “Estuvo poco tiempo en la Diputación para tener un poder territorial y para ser un cacique, enseguida fue secretario general”. “Romay era y es un cacique de libro, por mucho que lea a Karl Popper siempre recibió y organizó alcaldes. El caso de Cuiña es más complicado, nunca tuvo una base territorial, y tenía una visión más ideológica, un galleguismo que lo apartó de esa figura”, analiza Antón Losada. En el caso de Francisco Cacharro, parece que no hay dudas.
En definitiva, ¿qué es un cacique? Ramón Máiz,
catedrático de Ciencia Política en Compostela, a quien todos señalan
como experto en el tema, prefiere hablar de redes clientelares,
“aquellas en que se intercambian directamente votos por favores, un
mecanismo elemental y destructor de la política, porque lo importante es
tener amigos, porque los derechos se distribuyen como favores. Las
relaciones son verticales: se confía en el político y se desconfía de
los ciudadanos, que son competidores por esos favores. No solo pasa en
ámbitos rurales, también en los barrios italianos o irlandeses de
Chicago, o en los de Buenos Aires”.
“Es difícil distinguir entre un agente electoral
influyente propio de una democracia avanzada, y la presión ilícita
característica de una democracia atrasada”, considera Xosé Luis
Barreiro, artífice de los éxitos de la Alianza Popular que acabó con
UCD, y también del gobierno tripartito que derribó a AP y provocó el
desembarco de Fraga. “Pero si alguien lleva muchos años gobernando es
que no lo hace mal. En Ourense, casi un tercio de los votos están en la
capital, y si le sumamos villas como O Barco, Carballiño, donde no todos
son esos analfabetos de los reportajes, habrá que concluir que algo le
verán a Baltar para que le voten”, afirma Barreiro, apartado años ha de
la política práctica, pero no de la teórica, porque es profesor en la
facultad que imparte esa ciencia en la Universidad de Santiago. “El
votante rural es tan o mucho más consciente de su opción que el votante
urbano. En Galicia no hay Gürtel, ni casos Liceo, ni familias que llevan
siglo y medio en una institución, o partidos que se disuelven porque
todos sus dirigentes están condenados por corrupción”, sentencia.
¿Por qué, entonces, se asocia el concepto con Galicia?
“Por la misma razón que la gente dice que aquí se come bien y no van al
País Vasco, o por la que se cree que un panadero de Madrid es más listo
que uno de Boimorto”, enjuicia Barreiro. “El caciquismo jugó un papel
fundamental en la modernización de Galicia, fue un mecanismo de
autodefensa en un momento en que se desconocía el funcionamiento de algo
completamente ajeno como era el estado. Si el cacique gallego es un
símbolo es porque el agrarismo y el nacionalismo lo incorporaron a su
discurso político y al imaginario cultural como sus enemigos”, asegura
Antón Losada.
El caciquismo o, si lo prefieren, las redes clientelares,
“no tienen que incurrir en la corrupción, pero están en el límite,
porque llevar las políticas públicas a los intereses particulares
desdibuja las fronteras y los recursos”, dice Máiz. Todos los políticos
mencionados –menos Romay- han sido objeto de investigaciones
periodísticas o judiciales, que, como la anterior de Anticorrupción a
José Luis Baltar, han quedado en nada. A todos –menos a Romay- se los ha
cargado, o intentado cargar, el propio partido, algo que Xosé Luis
Barreiro califica como “una renovación controlada”. No habrá otros como
ellos, cree Losada, “porque la sociedad que los creó ya no existe”.
Curiosamente, sus hijos han seguido la senda política. Ninguno de los
cinco de Romay, pero sí sus discípulos aventajados que han crecido a su
sombra: el alcalde de A Coruña, Carlos Negreira, Alberto Núñez Feijóo,
Mariano Rajoy… Rafael Cuiña abandonó el PP y ahora es uno de los líderes
de Compromiso por Galicia, un partido nacionalista socialdemócrata.
Francisco Cacharro Gosende pasó del PP a UPyD y, desde hace dos años, es
secretario general del Partido de la Libertad Individual, formación que
propugna la reducción del Estado (cargo que compatibiliza con su
ocupación laboral como secretario general de la hipertrofiada Diputación
de Ourense). Manuel Baltar, como ya es sabido, ha sucedido a su padre,
pese al consejo paterno de no dedicarse a la política, “porque me gusta
desde siempre, y los consejos son para seguirlos o no”.El 27 de enero pasado, cuando renunció a la presidencia de la Diputación, y después de los vítores, los abrazos, los flashes y las lágrimas, José Luis Baltar se alejaba por las calles de piedra, un cámara que le seguía le preguntó si se iba odiando a alguien. “A nadie”, se volvió. “¿Ni a Cristina Huete?” [la periodista de EL PAIS que durante años ha informado sobre él]. “No, ella hacía su trabajo y yo el mío”, respondió antes de seguir su camino. A los dos pasos, Baltar recapacitó. "Sí, a alguien. A Jiménez" [Juan Manuel Jiménez, el alcalde de Verín que se enfrentó a su hijo por la presidencia del PP].
— ¡Ah, la familia!
lunes, 7 de enero de 2013
De The Economist
Rita Levi-Montalcini, biologist, died on December 30th, aged 103
Jan 5th 2013
The battles raged right from the beginning, at the heart of her wealthy Jewish family in Turin. Her father, a mathematician, electrical engineer and all-round “Victorian”, believed that women should not study. Quite against his wishes, she enrolled in medical school. On her graduation in 1936 she became an assistant to Giuseppe Levi, a histologist who taught her the technique of silver-staining nerve cells so that they could be seen more clearly under a microscope. The fascists, however, had other plans for her, and in 1938 barred her from academia. Undaunted—laughingly defiant, in fact, that il Duce should think her “inferior”—she set up a primitive lab in her bedroom to carry out work on chicken embryos. Levi, barred too, now came to work for her in secret, their roles reversed.
First there, and later in a safer house in the countryside (where she would cycle round from farm to farm, collecting the necessary eggs), the pair worked on the problem she made her own: how nerves growing out from an embryonic spinal cord find the particular developing limbs they will innervate. In 1934 Viktor Hamburger, an embryologist at Washington University in St Louis, Missouri, had suggested that limb buds produce an attractive chemical signal. Her own experiments, using scalpels made out of sewing needles, persuaded her that what the buds actually produce is a substance that stimulates nerve growth.
Once the war was over, Hamburger noticed the clarity of her work; he invited her to St Louis to continue her experiments, and there she stayed, on and off, until her retirement in 1979 (though she never really retired, snapping that it led to decay of the brain). It was in St Louis that she joined a biochemist, Stanley Cohen, to prove the existence of nerve-growth factor (NGF), finally silencing her critics with the publication in 1971 of the elusive protein’s structure. Eventually, in 1986, she and Cohen shared the Nobel for their discoveries. She later showed that NGF is important in the immune system, launching a line of research that has since grown exponentially.
From 1962 she began to divide her time between St Louis and Rome (too much missed) where she set up a laboratory. In both places, she worked ferociously. Five hours of sleep a night was quite enough. One meal a day, at lunchtime—soup, an orange—suited her fine. Work kept her going. Her roller-coaster life had given her a high sense of drama, and she could tell a good story—too good, sometimes, for the plain-words world of science. When one neuroscientist toned down her description of their findings in a joint paper, she accused him of turning her beautiful prose into boiled spinach. He called her a cross between Marie Curie and Maria Callas.
The dark side of the brain
With a mother and twin sister who were both painters, she, too, often thought like an artist. She made intuitive, imaginative leaps which she then tested by experiment, rather than edging towards the truth in pigeon steps. Many of her papers she illustrated herself (delighting to draw the haloes of nerve fibres growing out in orderly confidence from the ganglia of chicks); she made her own clothes and designed her own jewellery. Tiny and bird-like, with a beautiful coif of white or rinsed hair in old age, she wore high heels with her lab coat, and wielded her minute spatulas with exquisitely manicured hands.
An ardent champion of scientific training for women (she set up a foundation for it), she never married or had children. It was a girlhood decision she never regretted; she simply refused to play second fiddle, as her mother had. Nor did she care to stop. Long after her “retirement”, la professoressa continued to work tirelessly on science and, after becoming a senator for life in 2001, in politics. She actively supported the centre-left governments of Romano Prodi and enjoyed hobbling those of Silvio Berlusconi, especially when they proposed laws unhelpful to research. Despite her own artistic bent, she lamented that human beings in the modern age were too much led by the “archaic”, emotional right hemisphere of their brains.
One of her great wishes was to bequeath to Italy a world-class institute for scientific research. She did so in 2002, when the European Brain Research Institute (EBRI) was launched in Rome. EBRI later suffered from lack of money, and she was accused of acting like an autocrat over it; but she was swiftly forgiven, in Italy at least. Her 100th birthday party was held in 2009 in Rome’s city hall, where—elegant as ever in a dark blue suit—the “Lady of the Cells” toasted herself in sparkling wine, took a crumb of the hazelnut and chocolate cake, and, with an arch of a perfect eyebrow, declared her brain in better shape than it had been when she was 20.
Del Blog Palabra de Artivista, de Shangay Lily
Lección de la hermana de Alfon a Cifuentes
07 ene 2013
La foto la había subido otra ‘cachorra’ del PP (no explica cómo tuvo acceso a ella) con ribetes de pija privilegiada que se queja de las carísimas tiendas de Abercrombie & Fitch porque “Mucho glamour en Abercrombie, pero yo llego de allí estornudando como una loca del polvo que hay” (jo, que duro todo, tía) y que ve el mundo desde el otro lado de su guitarra superchulifrescaguay. Un instrumento precioso para fogatas de catequesis que sólo suelta para poner comentarios tan realistas, conectados con la realidad y agudos como el que escribió en reacción a la columna de mi amiga Ruth Toledano sobre Alfon, certeramente titulada Un preso político en Madrid.
No, hija, Enrique Ruano realmente se suicidó tirándose desde la ventana del séptimo piso mientras era custodiado por tres policías de la Brigada Político Social de Franco que le habían torturado.
Aunque en el homenaje por el 40 aniversario de su muerte dijesen lo contrario su profesor de entonces, Gregorio Peces-Barba; su amigo y compañero de clase, el abogado José María Mohedano; el letrado que intentó hacerle justicia 21 años después de la muerte del dictador, José Manuel Gómez Benítez, actual miembro del Consejo General del Poder Judicial, o su psiquiatra, hoy catedrático de la Real Academia, Carlos Castilla del Pino, entre otros. La policía tiene mejoras cosas que hacer que matar a un disidente. Hasta la de Franco.
Y a Daniel Guilló nunca le destrozaron la cara a puñetazos unos policías que le pillaron en la calle fumando un porro de haschis y que, después de torturarle, le acusaron de atentado a la autoridad e intento de homicidio.
Aunque lo documente Amnistía Internacional en su último informe, España: Sal en la herida. La impunidad efectiva de los agentes de policía en casos de tortura y otros malos tratos, en el que publica como ejemplo 13 casos documentados, aunque esta organización denuncie que las torturas y malos tratos por parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en nuestro país “no son hechos aislados y se extienden por todo el territorio nacional”.
No, Marta que “Adoro la ironía y a los que saben usarla” (sin saber que entre la ironía y el cinismo, la soberbia o la prepotencia sólo hay una fina línea con la que tú pareces saltar a la comba), la policía nunca le pegó en Madrid a una menor y a un periodista que iban pacíficamente por la calle tras el 15M. Aunque la agresión fuese minuciosamente grabada en vídeo (video que TVE luego censuró para no mostrar la realidad). Ni Ester Quintana ha perdido un ojo a causa de un proyectil de goma lanzado por un mosso que fue protegido por la chulería de su jefe, Sergi Pla, que declaró en aquél Salvados que ”resistirse [en una manifestación] no es pacífico” y que hasta Ghandi ”habría pillado” golpes de los agentes antidisturbios.
No, Marta que vive aferrada a su guitarra superchulifrescaguay y que nunca ha mirado dos metros más allá de sus amigos superchulifrescoingenieros que la defienden parodiando a esa chusma progre y perroflauta (jo, qué irónico), la policía es ejemplar. Sobre todo si te lo confirma un periodista del ABC especializado en vela (jo, que duro todo, capitán, mi capitán). Un devoto de posar “informalmente” con el medallero y rodeado de retratos del rey (mucho menos estiloso que Cifuentes, donde vas a parar), un hombre de nuestro democrático tiempo que a las huelgas de metro responde con un nada fascista Yo privatizaba los transportes. Veras como espabilaban esos vagos (¡claro!, cómo vas a comparar eso con llevar un velero con una pesada medalla colgada “informalmente” en la bléiser y tu copa de Moët al viento, jopelines, eso sí que es trabajar), y que declara en tu defensa verdad tan incontestable y de probada veracidad (especialmente en #Lanochedelrey) como esta:
Pero, divago, estaba hablando sobre la “conversación” que en twitter tuvieron Cifuentes y la hermana de Alfon, Paz. Sin más preámbulos, hela aquí.
En esa conversación, trufada de ofensivos insultos a su hermano (como podéis ver reaparece nuestro velero-medallero-lameculero), sorprende la serenidad, respeto y dignidad con la que Paz argumenta y replica a la displicente delegada de gobierno y su patrulla de lacayos contra-racionales. ¿No contradice eso llamativamente el retrato de violentos, descerebrados y peligrosos radicales anti-sistema que tanto Cifuentes como el PP quieren presentar ante el público para disculpar su brutal criminalización de las protestas contra los recortes, corruptelas y desmanes financieros promovidos por el partido de Rajoy? Pero analicemos los sólidos y creíbles argumentos de Cifuentes para defender-ignorar (no se aclara si está convencida o desconoce el caso) el durísimo castigo a Alfon:
Primero se descuelga con un sorprendente “El ingreso en prisión de su hermano fue acordado por un juez, al haber indicios de delito. Nada tiene que ver la Delegación de Gobierno de Madrid”.
Insisto, ¿no es obligación de la Delegada de Gobierno supervisar la seguridad de sus ciudadanos entre los que se encuentran, mal que le pese, los de izquierdas? ¿Para qué está en Madrid entonces? ¿Para informarnos de lo “maravillosa” que es la exposición de Jean Paul Gaultier en Mapfre? Esa estrategia de desentenderse de los casos polémicos y aludir a los jueces es ya conocida en su proceder en el 25-s y otras tropelías.
A semejante ejercicio de cinismo (es conocida la obsesión de Cifuentes con la represión brutal de las protestas sociales en Madrid; no es casual que algunos medios ya la llamen La delegada del Gobierno antisistema), Paz le contesta un contenido “No, tú no tienes nada que ver” seguido de un guiño.
A nadie se le escapa la postura de Cifuentes ante las protestas, las manifestaciones, los sindicatos y cualquier mecanismo de defensa y protección del pueblo trabajador frente a las oligarquías elitistas que ella tanto mima. Su empeño en animar a la policía a la represión más dura con declaraciones como las que hizo ante las denuncias de los organizadores del 25-s, en las que se alegraba de la imputación de ocho activistas, o su provocadora escalada represora aplicando cada vez más multas a los ciudadanos que se manifiesten pacíficamente, la ha convertido en una estrella entre el electorado más rancio y reaccionario y, sobre todo, ante el ala más dura y aznariana de su partido, para el que parece estar haciendo oposiciones a Gallardona precoz (Gallardón esperó a llegar a Ministro para quitarse la careta, al menos). Pero es que Cifuentes de todos los iPads es una devota de las maneras chulaponas, caciquiles y populacheras que tan buen resultado parecen haberle dado a la lideresa (menos dentro de su partido, donde está más aislada que el virus de la polio).
A continuación ejerce de digna emperatriz y se dedica a ignorar a Paz que le repite a ella y sus secuaces que Alfon está en preventiva sin informe policial. Ante esta alarmante irregularidad procesal, la Delegada del Gobierno no parece tener nada que decir. Ni siquiera cuando Paz alude a su marido en “desconocido paradero”, mencionando que algunos están condenados y se FUGAN. Paz, a pesar del respeto, debe estar enervada ante el silencio despectivo de la Delegada de Gobierno que sí parecía muy interesada en el caso cuando se trataba de poner fotos inculpando a Alfon de llevar unos explosivos, acusación que que no está demostrada. Le debía parecer divertido en ese momento no ser tan cautelosa y “desentendida” como cuando la hermana del acusado (sin acusación) le pide que demuestre esas acusaciones. Es divertido acusar de un delito a alguien a quien no se ha juzgado y se le tiene encerrado sin juicio bajo el régimen carcelario más duro que existe, el FIES. Pero Cifuentes seguramente esté sentada en su “maravilloso” despacho con un “maravilloso” modelazo escribiendo divertida “maravillosas” no respuestas a una hermana angustiada. Cifuentes parece bien dotada para ignorar el sufrimiento ajeno.
Personalmente, tengo curiosidad por saber qué hará Cifuentes si no se demuestra que Alfon llevaba esos explosivos (algo hasta ahora indemostrable ya que no se han encontrado huellas digitales suyas en ninguno de los artefactos). ¿Estará Cifuentes dispuesta a responder por difamación o falsas acusaciones tras haber acusado públicamente a Alfon de algo que no sabe? Porque cuando alguien le había preguntado inocentemente sobre el auto judicial, ella había confirmado lo contrario a lo que está diciéndole a Paz: no puede saber si tenía esos explosivos porque no ha visto el auto. ¿Entonces cómo sabe que llevaba esos explosivos encima y de lo que está acusado? ¿Por qué un cargo público retuitea una acusación muy grave sin saber si es cierto? ¿Es que nuestra querida Marta chulifrescaguay es una fuente judicial oficial? ¿No parece que Cifuentes quiera difamar y atentar gravemente contra el honor de Alfon afirmando saber que llevaba explosivos cuando ya ha dicho que no sabe nada del caso? Vease esta conversación del mismo día.
Si una ciudadana te está dando la pista de que hay algo irregular en un proceso, ¿no debería la delegada de gobierno investigar, leerse al menos el auto procesal de la policía que dirige? Curioso que la delegada de gobierno no tenga acceso al auto procesal de un caso que está levantando tanta indignación entre los ciudadanos. ¿Acaso el auto está en “ignorado paradero” como su marido?
El caso es que, cuando otro tuitero le espeta un evidente: “Pero mas que por indicios de delito. ¿No sera por pensar diferente a ustedes?” Cifuentes parece reaccionar con virulencia y repite la gravísima acusación que no puede saber al insistir en desconocer el auto: “Llevar un artefacto explosivo no creo que tenga nada que ver con la discrepancia ideológica”.
Curioso que no tenga el auto, ni interés en leerlo, pero acusa a Alfon con esa rotundidad. ¿Hay algo que no se está diciendo? A pesar de la corrección que Paz le hace sobre lo imprudente de su virulenta acusación, “deja de afirmar constantemente q lo llevaba y manten la presuncion, es una falta d respeto”, le dice la hermana del joven de 21 años detenido cuando salía de su casa con su novia. Pero Cifuentes no parece tener que aclarar nada sobre el caso. Salvo acusar una y otra vez a alguien de terrorismo practicamente y luego decir que no sabe nada del caso ni tiene nada que ver. Un poco contradictorio, ¿no Cifuentes que posa tan “informalmente” mientras practica represión durísima?
Pero si insultante es el desdén de Cifuentes, igualmente preocupante es la agresiva y servil defensa de lo desconocido de ese coro de lacayos que se interponen entre la Delegada del Gobierno y cualquiera que le pida contestaciones propias de su cargo.
Los coros de la derecha repiten mentiras como certezas probadas. Es lo que hicieron con la famoso foto en la que me dirijo a un grupo de mujeres (que no niñas) catoliquisimas que se plantaron en medio de una manifestación laica para cortarla y provocar y para hablarles con el respeto que ellas no estaban teniendo, ahí va video de intereconomía en el que se escucha perfectamente lo que digo y hago). Ese equipo de antidemocráticas provocadoras estaban guiadas por ladinos curitas que se escondían tras de ellas, usándolas como escudos humanos, para esperar la respuesta de los ciudadanos ofendidos por su invasión de los espacios de libertada (una manifestación aprobada tras una larga negociación que marchaba por la calle Doctor Cortezo hasta que los peregrinos fueron a nuestro encuentro a insultar y agredir. Por más que intenten repetir su mentira mil veces, la verdad es solo una: fueron vuestras cristofascistas las que (llevadas por unos curas irresponsables que no dudaban en meterlas en cualquier lío a pesar de haber sido responsabilizados por las familias de las chicas que debían pensar que los curitas no iban a utilizarlas como escudos humanos).
Pero yo me quedo con una de las últimas respuestas de Paz. Grande, muy grande cuando le contesta al velero-medallero-lameculero: “No es un angelito ni debe serlo, yo tampoco, el sistema que nos jode vivos y hace que se suiciden trabajadores, sí. je je”. ¡Brava! Esa es la verdad de esta guerra de los oligarcas contra el pueblo: quieren que seamos angelitos mientras nos roban, saquean y machacan.
Y a pesar de todo ello, Paz dio una clase magistral de debate, sentido común y razonamiento. Lástima que Cifuentes se esconda detrás del cargo. Que no se queje luego si este sistema que están corrompiendo, estirando y maleando, se les vuelve en contra.
Entonces a ver si tiene la galanura de Paz o empieza a arrojar iPads a las cabezas de sus lameculos, a lo Noemi Campbell (sé que esta comparación te va a gustar. Aunque sea tan real como tu desvinculación de la tortura de Alfon, porque es tortura…. o el paradero desconocido de tu marido).
Cifuentes, da la cara y explica qué está ocurriendo con Alfon.
Shangay Lily
Fue uno de los primeros personajes abiertamente homosexuales en televisión en programas como "Corazón de..." en TVE o "La Granja de los famosos" en Antena 3. Ha publicado las novelas "Escuela de glamour" y "Machistófeles", y los ensayos "Hombres" y "Mari, ¿me pasas el poppers?".
En breve presentará su nuevo ensayo "Adiós, Chueca".
+info: www.shangaylily.com
twitter:@shangay
facebook:Miss Shangay Lily
La Sanidad en lucha contra la privatización
Democracia real YA
Seis
hospitales serán gestionados por empresas privadas durante 2013 en la
Comunidad de Madrid. El coste de los mismos, suponiendo que no tengan
que ser rescatados posteriormente, como así ha ocurrido en la Comunidad
Valenciana, será de 441 euros anuales por habitante. En cinco de los
seis hospitales, este coste era menor cuando se gestionaban de manera
pública. Sus gestores no recibirán un sueldo por su trabajo, como sería
lógico pues están prestando un servicio sin ser suyos los hospitales,
sino que se repartirán 118 millones de euros, para utilizarlos como
mejor estimen. Podrán obtener beneficios a coste cero, sin riesgo
alguno, pues la inversión ya la hemos hecho los españoles pagando la
construcción de todos los centros. Según el portavoz de AFEM y avalado
por estos datos: "somos más rentables gestionados de forma pública".
Os recordamos que a las 12:00 comienza hoy la marea blanca en Madrid.
Os rogamos el mayor apoyo para los médicos y la mayor difusión para esta
concentración. A las 12:00 salen de Neptuno y a las 14:00 se leerá un
manifiesto en defensa de la sanidad pública y en contra de la
privatización. ¡Todos con la sanidad pública!
http://www.vozpopuli.com/ nacional/ 19506-el-paso-a-la-gestion-priv ada-de-seis-hospitales-madrile nos-supondra-un-sobrecoste-de- 118-m-al-ano-segun-los-sindica tos
Os recordamos que a las 12:00 comienza hoy la marea blanca en Madrid. Os rogamos el mayor apoyo para los médicos y la mayor difusión para esta concentración. A las 12:00 salen de Neptuno y a las 14:00 se leerá un manifiesto en defensa de la sanidad pública y en contra de la privatización. ¡Todos con la sanidad pública!
http://www.vozpopuli.com/
Muere uno de los grandes del periodismo español, Enrique Meneses
El
reportero madrileño Enrique Meneses Miniaty, uno de las figuras principales del periodismo español, que cubrió la revolución
cubana, la guerra del Canal de Suez y las de Rodesia, Angola, Bangladesh y
Sarajevo, entre otras, falleció en la noche del domingo en el Hospital La Paz a
los 83 años.
Primero en dar a conocer las imágenes de la revolución cubana
de Sierra Maestra, nació en Madrid el 21 de octubre de 1929 y era hijo del
periodista Enrique Meneses Puertas, fundador de Cosmópolis
(1927), así como gobernador civil de Segovia con el gobierno republicano de Alejandro
Lerroux (1934-36).
Meneses
logró sacar las fotos de la revolución cubana cosidos en las enaguas de una
joven Vivió en el exilio francés entre 1936 y 1944, donde sufrió la
ocupación alemana, y regresó a España en 1945, después de pasar un año en
Portugal.
En
Salamanca y Madrid cursó los estudios de Derecho y en
1952 se graduó por la Escuela Oficial de Periodismo. Se
inició muy joven en el mundo del periodismo. Debutó en 1947 con un reportaje
sobre la muerte del torero Manolete. Después, entre 1949 y 1950, fue
redactor de la agencia francesa Prensa Internacional.
En 1951
creó agencia Prensa Universal, pero al año siguiente la perdió por publicar
colaboraciones de Jesús Galindez, representante del PNV en Nueva York. Colaboró
un año para La Actualidad Española y en 1954 se trasladó a Egipto, desde
donde realizó un viaje de ida y vuelta hasta Ciudad del Cabo.
En 1956
inició sus colaboraciones con París Match, que se prolongaron
hasta 1960, y con Radio Europa 1 de París, hasta 1964. Para la revista
cubrió la guerra del Canal de Suez de 1956 y al año siguiente se trasladó a
Cuba, donde fue el primer fotógrafo extranjero infiltrado en la guerrilla
de Fidel Castro en Sierra Maestra, con los que convivió cuatro meses.
Los
negativos de esta última cobertura pudo sacarlos del país cosidos en las
enaguas de una joven cubana, pero la publicación de las fotos le costaron
la expulsión de la isla.
Luego,
entre 1962 y 1963 como free lance y corresponsal de Blanco y Negro
cubrió en Estados Unidos la marcha sobre Washington o el asesinato del
presidente John F. Kennedy. Entre 1960 y 1962 dirigió en París la agencia
cooperativa Delta Press, que él mismo fundó, y entre 1964 y 1976 la
agencia Fotopress para el grupo Prensa Española.
Además,
entre 1964 y 1965 dirigió el espacio A toda plana en TVE,
medio para el que volvió a trabajar entre 1973 y 1976 en Los reporteros.
Anteriormente, entre 1967 y 1968 fue redactor en Málaga de Lookout,
dirigió la revista mensual Cosmópolis (1968-73) y en 1972 fue
director general de ABC Las Américas.
Durante
algunos años, en la segunda mitad de los setenta dirigió las revistas Lui
(diciembre de 1976-79) y Cosmopolitan (1976-78) y la agencia Videopress
(1978-80).
Tras
dirigir la edición española de la revista Play-boy, en 1982
volvió a trabajar para medios públicos. En 1982 dirigió el espacio Los aventureros, en Radio Nacional de
España, y en 1984 realizó para TVE la serie Robinson en África. También
dirigió la revista Los aventureros, que en 1988 tuvo su versión
en inglés.
En mayo
de 2010 la Asociación de la Prensa de Segovia le entregó el Premio de Honor
Cirilo Rodríguez por su trayectoria, y en enero siguiente la Asociación de
la Prensa de Madrid le concedió el Premio Rodríguez Santamaría.
Es
autor de los libros Fidel Castro: siete años de poder (1966), Nasser,
el último faraón (1968), Reo de muerte por ambos campos (1976), La
bruja desnuda (1976), Sexo y sexo (1979), Escrito en carne
(1981), Castro empieza la revolución (1995), África, de Cairo a Cabo
(1998) y la autobiografía Hasta aquí hemos llegado (2006).
Meneses
fue reportero en las guerras de Rodesia, Angola, Bangladesh y Sarajevo (1993),
su último trabajo al verse afectado desde entonces por Enfermedad Pulmonar
Obstructiva Crónica (EPOC).
En los
últimos tiempos fue muy activo en las redes sociales, donde compartía sus opiniones sobre temas de actualidad, y
habilitó una galeria en Flickr
donde se pueden contemplar muchas de sus fotos profesionales.
Otro gran reportero gráfico más joven, el galardonado Gervasio Sánchez, ha dicho al conocer la noticia:
Un gran
caballero del periodismo que luchó hasta su último suspiro
Por
Gervasio Sánchez|
Aunque
sabía que la muerte perseguía a Enrique Meneses pensaba que la
esquivaría una vez más como ha hecho tantas veces en los últimos años. Pero la
fortaleza humana tiene un límite aunque este gran caballero del periodismo ha
luchado hasta su último suspiro
Le visité en su casa hace dos semanas. Le abracé y le besé durante un largo minuto. Hablamos durante casi dos horas. De periodismo, de fotografía, de la vida. Me sorprendió su entereza porque sabía que tenía los días contados. Me enseñó la maqueta de su gran libro fotográfico que no ha podido ver publicado. Me despedí acariciándole la mano consciente de que seguramente sería la última vez que lo vería vivo.
Le visité en su casa hace dos semanas. Le abracé y le besé durante un largo minuto. Hablamos durante casi dos horas. De periodismo, de fotografía, de la vida. Me sorprendió su entereza porque sabía que tenía los días contados. Me enseñó la maqueta de su gran libro fotográfico que no ha podido ver publicado. Me despedí acariciándole la mano consciente de que seguramente sería la última vez que lo vería vivo.
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