UE: no es una grieta, es un derrumbe
Rosa María Artal
La UE ha demostrado con Chipre que nadie puede
llamarse a engaño: los fiascos de sus bancos -los fiascos del
capitalismo para ser más precisos-, se pagan entrando a saco en las
cuentas corrientes de los ciudadanos. Tras los habituales globos sonda y
desmentidos, Bruselas confirma que estudia aplicar a otros países esa
“contribución de los ahorradores”. Incluso existe un apoyo global a la
medida del Ministerio de Economía español. Es decir, al cobro en especie,
como nos venían practicando, se añade ahora el saqueo directo. La UE
incurre en dos graves contradicciones para su ideario: no respetar ni la
propiedad privada, ni la libre circulación de capitales. E induce a
guardar los dineros en lugar seguro: ¿los bancos alemanes?
Europa fue –y aún es- una idea esplendorosa que ha caído abatida por
los errores –intencionados, la mayoría-. Partimos de su pecado original:
constituirse en una unión económica que nunca ha logrado trasladarse a
lo social. Añadamos el fuerte nacionalismo de sus componentes. Y, como
guinda, el predominio de la potente Alemania que, en particular desde el
inicio de la crisis, pincha y corta a su antojo. Con la aquiescencia
general, desde luego.
Fue Alemania, su canciller
Angela Merkel, la que introdujo en nuestras vidas la “austeridad”
dándole carta de naturaleza definitiva en la cumbre del G20 en Paris en
2011. Con ella tapaba bajo siete mantas de amianto la peregrina
pretensión de “refundar” el capitalismo que se había alumbrado tras el
desplome de Lehman Brothers y todo el sistema financiero internacional
en 2008.
Alemania, sus bancos, han salido
intensamente beneficiados de la Unión. Y todavía más, de la “crisis de
la deuda” que se nos vino encima, “casualmente”, sin que nadie la
esperara. En lugar de establecer eurobonos para afrontarla o alguna
regla al menos para evitar el fuerte desequilibrio en la financiación
(Alemania paga su endeudamiento a poco más del 1% y España en torno al
5%), siguió utilizando al BCE para surtir de dinero a los bancos
privados al 1% de interés. Como dice el economista Juan Torres López:
“Si los saldos presupuestarios negativos del sector público desde 1989
se hubieran financiado al 1% por un banco central auténtico, nuestra
deuda soberana sería ahora de algo menos del 15% del PIB y no de casi el
90% que vamos a superar en 2013”. La nuestra, la de España. En realidad
toda Europa –no solo la del euro- se está hundiendo por las erráticas
políticas que se aplican. Las que han desatado la mayor crisis social de la década
o de varias décadas, como reflejan los datos de la propia UE. “No hay
precedentes de unas diferencias tan grandes entre el sur o la periferia y
el norte de la zona euro”, explican en concreto.
La
defensa a ultranza de los bancos alemanes le viene grande, sin embargo,
a la hija del pastor prebisteriano germanoriental (en explosiva mezcla)
y Europa se le ha ido de las manos. La troupe de
mediocres que la ampara no hace sino afianzar el desconcierto. Europa
ha perdido peso en el mundo. A borbotones. Europa se desmorona como un
edificio en ruinas.
Lo primero que llama la atención
de la odisea que vivimos es la opacidad de la toma de decisiones.
¿Quién ha dado la orden de crucificar tan a las claras a los ciudadanos
chipriotas y a todos cuantos les venga en gana? ¿Alemania, el FMI, la
Troika en su conjunto, la Comisión, el Consejo Europeo, el ECOFIN? A la
mayoría de ellos no los hemos elegido. No a todos por voto directo. Pero
lo peor es que desde los tiempos de MERKOZY todo se hace a escondidas, en secretas camarillas, antidemocráticamente.
La UE se ha convertido en un paquidermo al que envían sus sobrantes los
partidos nacionales. Buena culpa de ello es de los votantes que “no se
fijan” en lo que votan. Los lobbys campan a sus
anchas por la sede del Parlamento de Estrasburgo. Sus regalados
diputados -que viajan por su voluntad en primera clase y trabajan como
máximo tres días y medio a la semana- no dan abasto para atenderles.
Más, cuanto mayor es su poderío económico para hacerse oír. ¿Cómo puede
funcionar nada limpia y eficazmente así?
La UE maneja
un presupuesto anual de más de 140.000 millones de euros. Plagada de
organismos diferenciados, 38.000 personas trabajan en la Comisión y
más de 7.600 en el Parlamento. Y hay que sumar todos los cargos y
diputados. Evidentemente, ejerce una labor positiva sobre muchos
aspectos del funcionamiento de los países, pero son incontables las
partidas y estudios que podrían suprimirse por su irrelevancia. Claro
que no sabemos el interés de los lobbys en que se traten esos temas.
Acaban de aprobar los presupuestos para el nuevo período que se inicia
en 2014, sin haberse celebrado las elecciones que podrían dar otra
composición. Y… han vuelto a clavarnos la austeridad hasta
final de la década. Mermando por primera vez el cómputo total de gasto
que, con seguridad, no será a costa de su inmensa burocracia sino de
materias fundamentales que afiancen la ideología hoy dominante. Y ahora
dan un paso más, un salto en el vacío, al añadir nuestras carteras en lo
susceptible de desvalijar. La autoría última parece definirse pese al
oscurantismo: el copyright, oh, milagro, también es de Merkel. ¿Dinero
en desbanda a sus bancos? ¿Quién se arriesga a depositarlos en otro
lugar? ¿Tiro de gracia a la UE y, lo que es mucho peor, a sus
ciudadanos?
La Unión Europea precisa una
regeneración radical. De bayetas, estropajos, fumigadores,
apuntalamiento de cimientos y vigas maestras. Y eso se consigue sabiendo
qué se vota allí como primer paso. Erradicar el problema para convertir
la UE en aliado de los intereses ciudadanos. Con otro Parlamento, otra
Comisión, otras instituciones, otro estatus para el BCE, sin duda, sería
posible mermar el poder del Consejo de jefes de Estado y gobierno. El
club de fútiles que se deja manejar por Merkel. Los que han decidido o
amparado –en última instancia así es- que los costes de su pésima
gestión los pague la sociedad. O eso, o romper la baraja y que cada uno
tire por su lado.
Sería una lástima consentir que
los burócratas neoliberales acaben con Europa. Está a punto de ser, si
no es ya, únicamente el Museo del mundo, lleno de ciudadanos
depauperados como atrezzo. A España le interesa en particular, a ver si de una vez una Europa de los ciudadanos logra aventar la caspa ancestral que se apega obstinada a nuestras raíces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario